martes, 20 de diciembre de 2011

La delgada línea del amor al odio (III)

Una vez más me ha vuelto a pasar. Y, al contrario de las dos veces anteriores (esta y esta), esto es más reciente.

¿Alguna vez os ha pasado que todo el mundo habla de un actor, cantante, libro, película o demás y vosotros no le encontráis la gracia por ningún lado? Intentáis darle una oportunidad, pero nada, vuestra opinión sigue igual. Y de repente, un día, empezáis a ver que tiene algo, que tal vez no era tan malo como os parecía y que, por mucho que os cueste admitirlo, os gusta. Pues, esta vez, quien me ha hecho traspasar esta delgada línea ha sido un actor, concretamente Gerard Butler.


Sí, parte de la culpa la tienen sus ojos (ojazos, mejor dicho), pero no penséis que son mis hormonas las únicas que controlan mis gustos “actoriles”. Por muy guapo que uno sea, si sus películas son malísimas, no soy capaz de verlas por mucho que mis hormonas lo pidan.

Este escocés de 42 años (muy muy bien llevados, todo hay que decirlo –las hormonas vuelven a hacerse con el control...–) lleva ya unos cuantos años en el mundo del cine, aunque para muchos se hizo más conocido gracias a su papel como Leónidas (au, au, au) en 300. Antes de eso se había metido en la piel de personajes tan populares como el fantasma de la ópera, Beowulf, Atila el Huno o Drácula. Y después encarnó a Gerry, el marido que deja organizado todo para que a lo largo de un año, tras su muerte, su mujer reciba cartas suyas ayudándole a superar su pérdida (dicho así suena un poco macabro, lo sé, pero visto resulta muy moñas, os lo prometo) en Posdata, te quiero, ha prestado su voz a Stoick en Cómo entrenar a tu dragón, y le quisieron convertir en el nuevo rey de la comedia romántica con La cruda realidad y Ex-posados (os recomiendo la primera de ellas; los personajes son estereotipos muy exagerados, pero los piques que tiene con Abby, el personaje de Katherine Heigl, son geniales, incluido el momento bragas vibradoras, que seguramente os suene, o este, uno de mis favoritos).


Y además de todos estos, está uno de mis personajes favoritos: su Uno Dos de RocknRolla (del que ya pudisteis ver una parte en la entrada sobre bailes de cine), película que os recomiendo si os gustaron Snatch o Lock & Stock, o si simplemente queréis ver una historia de intriga sobre la corrupción en el mundo del sector inmobiliario londinense con unas buenas pinceladas de humor, como el robo del coche que lleva a cabo el propio Uno Dos junto a Murmullos, o cómo escapan en el segundo intento.


Para el futuro, tengo en la lista de películas pendientes de ver Un ciudadano ejemplar y ya le he echado el ojo, para ir a verla al cine, la adaptación del clásico de Shakespeare que ha llevado a la gran pantalla Ralph Fiennes, Coriolanus.

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