domingo, 26 de febrero de 2012

Confesiones impopulares (VIII)


Me cuesta horrores no poner emoticonos en las entradas del blog.

Sí, lo sé. Es mi blog. Yo mando. Puedo hacer lo que salga de las narices. Así que, ¿por qué no dejar caer alguno de vez en cuando? Pero no. Hay algo que me frena. No me parece profesional. Aunque con las tonterías que os cuento, por un poco menos de profesionalidad tampoco pasaría nada. Pero no puedo.

Quizás os parezca una tontería, una exageración, pero quienes tratáis conmigo más a diario sabéis que raro es que una frase mía no termine con un XD, un guiño (este menos, porque lo odio, si es que se puede odiar un emoticono), una lengua salida, una sonrisa… Si no lo uso siento que falta algo, que quien está al otro lado de la pantalla no va a captar la ironía o que no doy suficiente alegría a las palabras que forman la frase. Muchas veces los pongo inconscientemente, como quien pone un acento (tal vez ese no sea el mejor caso, ya que muchos deberían ponerse a dieta después de estar tooooooooooodo el día comiéndose las tildes), como el cani que pone haches en sus palabras. Ahí, a discreción. 


Y es que estáis ante quien en la asignatura de Análisis del discurso consiguió una matrícula de honor por analizar el uso de los elementos no textuales formados con caracteres tipográficos en entornos informales de habla inglesa. Suena más complicado de lo que en verdad es, lo confieso, y casi me costó más darle nombre al ensayo que rellenar los más de 15 folios hablando de ello. Pero si hay algo que aprendí de ese trabajo (y creo que es de lo poco que recuerdo) es que los emoticonos son una forma para expresarse tan eficaz, o a veces incluso más, que las palabras. El problema no es cómo usarlos, sino cuándo. Y ese es el mayor problema, que hoy en día se están olvidando los diferentes niveles del lenguaje y la juventud se cree que lo que vale para el chat con sus amigos, vale para una carta formal; y no es así. (Perdonad, me ha salido la vena filológica.)

En resumen. Yo seguiré sin usarlos aquí pero sí en otras partes. Y me seguirán pareciendo una forma muy legítima para expresarse, siempre y cuando se usen en el contexto adecuado. Y es que, amigos, que alguien use emoticonos para hablar con sus amigos no quiere decir que no vaya a saber redactar una carta formal sin evitarlos

Tranquilos, otro día vuelvo con más absurdeces de las mías =P (ups, al final se me ha escapado uno…).

2 comentarios:

  1. ¡Eres mi "ídola"! ¡Hiciste un trabajo sobre los emoticonos! Y encima sacaste matrícula de honor, qué grande!!

    A mí también me cuesta, y los jajaja, jejeje y tal, para que sepáis que estoy de broma (que algunos no lo pillan) y mira que me dan rabia, pero luego me doy rienda suelta en los comentarios, algo es algo...

    =P

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    1. jajajajaja me alegra haber causado tu admiración con ese trabajo. Ahora que no nos lee nadie, todo lo que hice fue pasarme unas navidades enteras chateando... XD

      Yo, como ves, en los comentarios hago como tú, me dejo llevar... jajajaja

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