Creo
que después de este tiempo, si os ha podido quedar algo claro sobre mí, es que
soy una llorona cuando veo películas. A la más mínima escena tierna, las
lagrimillas intentan hacer acto de presencia. Y aunque muchas veces logre
controlarlas y ni tan siquiera les dé tiempo a salir de los ojos, hay veces en
los que me es imposible controlarlas. Aunque he de decir que estas últimas son
las menos, y principalmente cuando estoy sola (ya ves tú, me cuesta horrores
llorar en público por una película).
El caso
es que el otro día se alinearon los planetas y cuando estaba viendo una
película que en principio no parecía que me fuese a causar mucha llorera, de
repente, sin previo aviso, apareció. Y una de las peores que recuerdo. Pero de
eso os voy a hablar más adelante, cuando os haya puesto en antecedentes.
La
película en cuestión no era otra sino One
Day (siempre el mismo día), en la que Anne Hathaway y Jim Sturgess
protagonizan la historia de dos amigos que deciden que el 15 de julio será su
día y, a lo largo de más de 20 años, estén juntos o no, ese día se pondrán al
corriente sobre sus vidas. La película, basada en una novela de David Nicholls,
muestra los altibajos propios de cualquier relación a lo largo del tiempo, y
sobre todo cuando los protagonistas son dos recién licenciados, con todo el
futuro por delante, miles de ilusiones y pretensiones, y la realidad poniendo
freno a muchas de ellas, con lo que eso conlleva. Para mi gusto, la historia
estaba pasando más bien sin pena ni gloria, siendo más bien previsible hasta
que llegó un momento clave: el momento que me hizo empezar a llorar a mares.
AVISO:
a continuación os voy a hinchar a spoilers, así que si no habéis visto aún One Day y tenéis intención de hacerlo,
os vais a quedar con la duda de mi llorera si no queréis que os destripe todo y
os fastidie la emoción del final. Y, sinceramente, si leéis lo que viene ahora,
os joderé la película sí o sí.
Después
de muchos tiras y afloja, de perder prácticamente el contacto y de retomarlo,
de intentar ser pareja, de ver que no funcionaría, de encontrar a otras
personas, de romper con ellas… Finalmente Emma y Dexter, los protagonistas, se dan cuenta de que, como
todos estábamos viendo desde el principio, están destinados a estar juntos. Y
lo están, se casan e intentan formar una familia, pero no lo consiguen. No todo
podía ser felicidad. Pero entonces, cuando al fin son felices a pesar de
algunos baches, llega un momento trágico: la muerte de Emma. Y sí, ahí es donde
empecé a llorar desconsoladamente. La escena te hace pensar desde el principio
que algo va a pasar, o tal vez sea que, tal y como yo misma pensé mientras la
veía, “últimamente estoy demasiado obsesionada pensando que a la mínima se va a
morir alguno de los protagonistas”, y justo cuando terminé de pensarlo Emma
dobla la esquina con su bici después de pasar de esa moto que nos hace
sospechar lo peor, se dispone a salir de ese callejón con su bici y… la
atropella brutalmente un camión. La imagen es impactante, demasiado, y los casi
30 minutos restantes de película solo consiguieron que esa angustia que me
entró al ver cómo el camión le quitaba la vida aumentara aún más. Ver cómo
Dexter, después de todo el tiempo que le ha costado darse cuenta de que con
quien iba a ser feliz es con Emma, ve cómo la pierde y su vida volverá a dejar
de tener sentido. A partir de ahí, para mí la película mejoró muchísimo con el
flashback final de vuelta al día en el que empezó todo. Pero a su vez, ver esos
recuerdos solo consiguieron aumentar la angustia que me había provocado el
atropello, así que seguí llorando sin parar, pensando en lo idiotas que habían
sido por no darse cuenta durante esos 20 años de que la felicidad la tenían al
alcance de la mano, por perder tanto tiempo no siendo felices, y por lo injusta
que ha sido la vida con ellos, por arrebatarles de golpe algo que tanto tiempo
les costó encontrar.
En fin,
para quienes hayan leído, sí, ese trágico desenlace es el que, sin ser el más emotivo de la
historia del cine, más me ha hecho llorar hasta ahora. Y para quienes hayáis
preferido conservar la intriga de la película, sabed que, si sois tan de
lágrima fácil como yo, el final de Dexter y Emma (Sturgess y Hathaway
respectivamente) seguramente os lleve a gastar unos cuantos pañuelos.
La
conclusión que saco de esto, hayáis visto o no la película, hayáis leído o no
los spoilers, es que no seáis tontos, no os dejéis nublar por tonterías y
fijaos bien porque muchas veces lo que nos hace felices está ahí delante, por
mucho que nos empeñemos en no querer verlo.
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