miércoles, 29 de febrero de 2012

Sesión de cine: One Day


Creo que después de este tiempo, si os ha podido quedar algo claro sobre mí, es que soy una llorona cuando veo películas. A la más mínima escena tierna, las lagrimillas intentan hacer acto de presencia. Y aunque muchas veces logre controlarlas y ni tan siquiera les dé tiempo a salir de los ojos, hay veces en los que me es imposible controlarlas. Aunque he de decir que estas últimas son las menos, y principalmente cuando estoy sola (ya ves tú, me cuesta horrores llorar en público por una película).

El caso es que el otro día se alinearon los planetas y cuando estaba viendo una película que en principio no parecía que me fuese a causar mucha llorera, de repente, sin previo aviso, apareció. Y una de las peores que recuerdo. Pero de eso os voy a hablar más adelante, cuando os haya puesto en antecedentes.


La película en cuestión no era otra sino One Day (siempre el mismo día), en la que Anne Hathaway y Jim Sturgess protagonizan la historia de dos amigos que deciden que el 15 de julio será su día y, a lo largo de más de 20 años, estén juntos o no, ese día se pondrán al corriente sobre sus vidas. La película, basada en una novela de David Nicholls, muestra los altibajos propios de cualquier relación a lo largo del tiempo, y sobre todo cuando los protagonistas son dos recién licenciados, con todo el futuro por delante, miles de ilusiones y pretensiones, y la realidad poniendo freno a muchas de ellas, con lo que eso conlleva. Para mi gusto, la historia estaba pasando más bien sin pena ni gloria, siendo más bien previsible hasta que llegó un momento clave: el momento que me hizo empezar a llorar a mares.

AVISO: a continuación os voy a hinchar a spoilers, así que si no habéis visto aún One Day y tenéis intención de hacerlo, os vais a quedar con la duda de mi llorera si no queréis que os destripe todo y os fastidie la emoción del final. Y, sinceramente, si leéis lo que viene ahora, os joderé la película sí o sí.

Después de muchos tiras y afloja, de perder prácticamente el contacto y de retomarlo, de intentar ser pareja, de ver que no funcionaría, de encontrar a otras personas, de romper con ellas… Finalmente Emma y Dexter, los protagonistas, se dan cuenta de que, como todos estábamos viendo desde el principio, están destinados a estar juntos. Y lo están, se casan e intentan formar una familia, pero no lo consiguen. No todo podía ser felicidad. Pero entonces, cuando al fin son felices a pesar de algunos baches, llega un momento trágico: la muerte de Emma. Y sí, ahí es donde empecé a llorar desconsoladamente. La escena te hace pensar desde el principio que algo va a pasar, o tal vez sea que, tal y como yo misma pensé mientras la veía, “últimamente estoy demasiado obsesionada pensando que a la mínima se va a morir alguno de los protagonistas”, y justo cuando terminé de pensarlo Emma dobla la esquina con su bici después de pasar de esa moto que nos hace sospechar lo peor, se dispone a salir de ese callejón con su bici y… la atropella brutalmente un camión. La imagen es impactante, demasiado, y los casi 30 minutos restantes de película solo consiguieron que esa angustia que me entró al ver cómo el camión le quitaba la vida aumentara aún más. Ver cómo Dexter, después de todo el tiempo que le ha costado darse cuenta de que con quien iba a ser feliz es con Emma, ve cómo la pierde y su vida volverá a dejar de tener sentido. A partir de ahí, para mí la película mejoró muchísimo con el flashback final de vuelta al día en el que empezó todo. Pero a su vez, ver esos recuerdos solo consiguieron aumentar la angustia que me había provocado el atropello, así que seguí llorando sin parar, pensando en lo idiotas que habían sido por no darse cuenta durante esos 20 años de que la felicidad la tenían al alcance de la mano, por perder tanto tiempo no siendo felices, y por lo injusta que ha sido la vida con ellos, por arrebatarles de golpe algo que tanto tiempo les costó encontrar.

En fin, para quienes hayan leído, sí, ese trágico desenlace es el que, sin ser el más emotivo de la historia del cine, más me ha hecho llorar hasta ahora. Y para quienes hayáis preferido conservar la intriga de la película, sabed que, si sois tan de lágrima fácil como yo, el final de Dexter y Emma (Sturgess y Hathaway respectivamente) seguramente os lleve a gastar unos cuantos pañuelos.

La conclusión que saco de esto, hayáis visto o no la película, hayáis leído o no los spoilers, es que no seáis tontos, no os dejéis nublar por tonterías y fijaos bien porque muchas veces lo que nos hace felices está ahí delante, por mucho que nos empeñemos en no querer verlo.

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