Mira
que me gusta la historia de Reino Unido, pero el episodio del Titanic se me
resistía. Toda película que he visto sobre el tema (incluyendo y sobre todo la
archiconocida de James Cameron con DiCaprio y Winslet) me parecían un tremendo
aburrimiento. Agua, hielo y pocos botes salvavidas por todas partes. Y teniendo
en cuenta mi pánico al mar… imaginad lo poco que puedo disfrutar con algo que
pasa ahí, en medio del océano. Y para más inri, de noche.
La cosa
es que cuando vi que en Antena 3 estrenaban una serie sobre el Titanic no pude
evitar pensar: “ooooootra más” y me olvidé de ella. Pero como todos sabemos lo
poco insistentes que son con sus promociones, volví a ver el anuncio unas
cuantas veces más, y al escuchar que trataba sobre la construcción, decidí que
no perdía nada por probar y darle una nueva oportunidad a ese episodio de la
historia…
Y tengo
que decir que me está gustando. En Sangre
y acero están tratando exactamente la parte que me gusta de Titanic. Claro
está que seguramente el barco no habría pasado a la historia con tanta magnitud
si no es por su hundimiento, pero ver lo que pasó antes es lo que más me gusta.
Esta serie nos cuenta los problemas a los que se enfrentaban los irlandeses de
la época: la división religiosa entre católicos y protestantes que iba de la
mano con un importante conflicto político entre irlandeses y británicos.
También se ven los problemas sindicales con los que convivían los trabajadores.
Además se muestran los asuntos más técnicos que causaron el desastre: el mal
tratamiento del acero, el uso de un carbón no adecuado, la necesidad de reducir
presupuesto… Y por último, las tramas sentimentales entre clases sociales que
no pueden faltar en cualquier serie que se precie.
En
resumen: seguramente no es la mejor serie que se ha hecho sobre el tema, pero
si estáis también cansados de cantidades ingentes de agua y hielo, y queréis
saber cómo empezó todo (decorado con un poco de ficción), os la recomiendo.
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