Confesiones impopulares (XI)

Ya que me he puesto a confesaros cosas, sigo la tendencia y os cuento alguna cosa más sobre mí (que sé que os importan menos que un accidente de bicicleta en Pekín, como diría aquel, pero ¿y a mí qué?).

La Coca-cola sin gas, por favor.

Sí, como lo oís. Yo voy más allá del debate normal, light o zero (en el que, por cierto, me decanto por la light, por temas de sabor, más que nada, aunque también por el azúcar, para qué negarlo). Me gusta su sabor, independientemente de las diferencias de las que acabo de hablar, pero lo que me mata es el gas. No es que no me guste, pero tampoco me fascina tomarme una y acabar pudiendo imitar a Penélope Cruz en su anuncio. Fina que soy, qué se le va a hacer.

Así que, lanzo una pregunta: señores creadores de refrescos carbonatados con sabor a cola (ya vale de hacerles publicidad), ¿por qué se molestan tanto en hacer refrescos similares con sabor a naranja y limón sin gas y no se plantean hacer lo mismo con los de cola? Tampoco creo que sea ya la única que piensa así… ¿o sí?

En fin, mi intuición me dice que si en todos estos años no se han planteado hacerla (o si se lo han planteado no les ha parecido rentable la idea), es porque no tendría futuro. Así que, seguiré pidiendo otra cosa en los bares (Nestea, ya que nos hemos puesto a dar marcas, las damos todas), o dejando las botellas abiertas por casa para que vayan perdiendo el gas de forma natural… Aunque eso suponga no poder ofrecer Coca-cola a las visitas, porque si encima de que la mayoría de los que vienen por aquí la prefieren normal y no light, no va a sonar la campana y encima también la van a querer sin gas.

P.d.: ¿Resultaría ya muy impopular decir que lo mismo me da que me da lo mismo que sea Coca-cola que Pepsi (o Pesi, que diría el 9 de Fuenla)? Total, para las cuatro veces que la tomo, para qué ponerse tiquismiquis...