sábado, 4 de febrero de 2012

Sesión de cine: Albert Nobbs, un quiero y no puedo

El otro día, por deseo expreso de mi señora madre, fuimos al cine a ver Albert Nobbs, la película por la que Glenn Close está nominada al Oscar… Y sinceramente, me sigo preguntando por qué. Sé que en los Estates son muy aficionados a nominar/premiar a alguien cada vez que se transforma, como hicieron con Charlize Theron en Monster o Nicole Kidman en Las horas, y no digo yo que tanta caracterización no tenga su mérito, pero dar un Oscar simplemente por ir tan maquillada que no se te reconozca no me parece suficiente. No puedo hablar mucho de los dos casos que he mencionado porque aún no he visto ninguna de las dos películas, pero esta sí que la he visto y, sinceramente, no creo que sea para tanto. Caracterizada va, sí, mucho, parece un hombre, pero si a Clint Eastwood le llamaban cara-cartón por su poca movilidad facial para expresar emociones, no quiero saber cómo pueden llamar a la Close con esta película. Tal vez esa sea la cuestión, que el no reflejar en tu rostro un solo sentimiento en dos horas de película es una interpretación magistral y yo no sé apreciarlo.


Pero bueno, seguramente haya gente a la que la falta de expresividad de la protagonista no le parezca suficiente para decir que una película no es muy buena. Así que pasemos a la historia. A priori el tema resulta interesante: una mujer que se hace pasar por hombre y trabaja como camarero en un hotel de la Irlanda del siglo XIX. Con el filón de Downton Abbey y similares, esa época parece estar más de moda que nunca, por lo que el público estamos más familiarizados con las estrictas exigencias de entonces, así que ver a una mujer pretendiendo ser un hombre promete. Sin haber visto el tráiler antes de ir al cine, pensé que podría estar ante la lucha de una mujer por intentar ser lo que no es y los problemas que encuentra. Pero no. O sí. Realmente, me cuesta saber seguro qué es lo que vi. Los problemas de no ser del sexo que dice ser los encuentra, pero cuesta saber sus intenciones. La película nos plantea algunas de las ilusiones que Albert tiene, como montar un negocio, y el mundo que se abre ante sus ojos al conocer a alguien con una historia también un tanto particular… pero se queda en eso. No terminé de entender los verdaderos sentimientos del señor Nobbs, por lo que realmente quería luchar. Y así, salí del cine con la sensación de que me había quedado a medias. Sí, Albert Nobbs tiene unos problemas que afrontar al ser una mujer fingiendo ser un hombre, pero el no terminar de saber por qué es por lo que quiere luchar hace que la película no termine de convencer.

La historia, a priori, tiene buena pinta, pero, para mi gusto, termina siendo un quiero y no puedo.


P.d.: Y ya, si vais al cine con la intención de ver al señor Rhys-Meyers, mejor os ponéis unos capítulos de Los Tudor o Quiero ser como Beckham, que ahí sí que le disfrutaréis, y no en los escasos 5 minutos que sale… Y eso que le ponen como uno de los reclamos de la película.

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