viernes, 13 de enero de 2012

Sesión de cine: La dama de hierro

Como os decía en las dos entradas anteriores, las películas se me amontonan en estos primeros días de año, así que sin más dilación me he puesto manos a la obra.

El pasado lunes, aprovechando que hay precio especial en el cine (al final os hablaré de las consecuencias de elegir ese día), fui a ver La dama de hierro. Muchos, perdón, todos habréis oído hablar de esta película como un retrato de la llegada al 10 de Downing Street de Margaret Thatcher, pero yo quiero quedarme con el lado más humano de la película. Sí, vemos cómo la hija de un humilde tendero llega a ser la Primera Ministra de Inglaterra pero, desde mi punto de vista, sobre todo vemos la lucha de una mujer por superar la muerte de su marido. Para contar esta lucha se recurre a numerosos flashbacks, gracias a los que conocemos momentos clave de la vida de la pareja, y que además coinciden con momentos clave de su vida política.


En cierto modo, la forma de contar la historia me recuerda bastante a El discurso del rey: las vidas de dos importantes personajes públicos de la historia reciente de Inglaterra contadas con grandes dosis de “eso que no vemos”, sus momentos más íntimos, eso que hace que les veamos como seres reales y que les humaniza.

Para terminar: si os gustan las películas históricas, La dama de hierro es una opción que os gustará. Si os gusta el estilo que tienen las películas inglesas, os gustará. Si os gusta Meryl Streep (aún no sé cómo he podido hablar de la película sin hacer mención alguna al gran trabajo que hace), os encantará.

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Y ahora, pasaré a explicaros el primer paréntesis.

Por si no os lo había dicho aún: me gusta ir al cine sola. Eso no implica que no me guste ir acompañada, pero hay películas que las disfruto más si no voy con nadie. En estos casos, me gusta ir a la primera sesión, cuando hay poca gente y el cine está más tranquilo. Hasta hace poco no pensaba mucho en qué día de la semana ir, pero cuando descubrí que los lunes hay precio especial pensé: “pudiendo pagar menos por lo mismo, y teniendo en cuenta los precios de las entradas, ¿por qué no ir el lunes?”. Así que eso hice: fui el lunes… Craso error.

Os aseguro que hay algo peor que estar en una sala de cine llena de niños: estar en una llena de jubiladas. La tendencia que tienen en los autobuses a sentarse en el asiento de tu lado cuando el resto del vehículo está vacío también la ponen en práctica en el cine. Y si para sentarse a tu lado te obligan a quitar tus cosas de la butaca de al lado porque quieren sentarse ahí, aunque dejando esa con tus cosas quedarían otras 4 butacas libres en la fila, esa tendencia jode aún más.

Así que, queridos lectores octogenarios, unos pequeños consejos para cuando vayáis al cine (especial atención al primero):
-    Si en una fila hay una única persona sentada, con su abrigo y su bolso puestos en la butaca contigua, y el resto de asientos están libres: no le hagáis dejar sus pertenencias en el suelo para sentaros a su lado porque molesta.
-    Comprad caramelos con envoltorios que hagan poco ruido al quitarlo. O pelad los caramelos en casa, porque oíros tardar 5 minutos en pelar cada caramelo, molesta. (Creía que esto solo lo ponían en práctica en misa, pero veo que el cine es también un buen lugar para hacerlo.)
-    Aprended a susurrar. Podéis comentar la película con vuestros amigos, pero en un tono de voz que no permita que también os escuchen en la sala de al lado.

Esto es todo, amigos.

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