martes, 29 de noviembre de 2011

El viajar es un placer (parte 2 de 2)


(Viene de aquí)

Los otros dos viajes que recuerdo con especial cariño tienen un protagonista común: Albert Espinosa. Desde que descubrí a este hombre hay una cosa que tengo muy clara: le adoro. Adoro su forma de afrontar la vida a pesar de todos los obstáculos que esta nos pueda poner. Adoro la forma en que nos hace ver que tal vez esos problemas no son tan graves como pensamos, porque hay gente que ha salido adelante, con una sonrisa, de cosas peores, y que nosotros también podemos. Adoro sus historias, ya sean en forma de película o de libro. Y en este caso, adoro la longitud de sus libros: la cantidad de páginas perfecta para que dé tiempo a leerlas en lo que tardas en ir de Logroño a Madrid en autobús. Y además, casualmente, en ambos viajes iba sentada en el mismo asiento.


El primero fue una escapada que hice para pasar el fin de semana con unos amigos, y no podía empezar de mejor manera. Sabía vagamente de qué iba el libro, y Todo lo que podríamos haber sido tú y yo si no fuéramos tú y yo era el primero que leía de Albert. Me senté en mi asiento, conecté el mp4, me puse las gafas de sol e inicié la lectura. Eso sí, empecé por el índice, cosa que nunca hago, pero ver el título del primer capítulo me sorprendió he hizo que fuera a comprobar si todos eran así. Y es que “Ciervos con cabeza de águila” no es algo que me haya encontrado muy a menudo. Aunque al final descubres que por muy extraño que pueda resultar, acaba teniendo una explicación. Pero no fueron solo los títulos los que me dejaron pensando en qué querían decir, sino que la historia está plagada de frases que por sí solas te hacen pensar. Y en mí hicieron que nada más terminar el libro y conocer el desenlace de la historia, quisiera releerlo para pararme a pensar con detenimiento en cada palabra.

El segundo viaje era para lo mismo, así que, una vez que tuve Si tú me dices ven lo dejo todo… pero dime ven en mis manos, lo reservé para leerlo en el autobús. Aunque la historia era diferente, esta vez sin toques de ciencia ficción como la anterior, el efecto fue el mismo. Seguí los mismos pasos que la vez anterior: encontrar mi asiento, ponerme los auriculares, gafas de sol, y a leer. Esta vez Albert nos llevaba a Capri de la mano de Dani, un chico al que su pareja acaba de dejar. Pero hay algo que no cambia: los títulos de capítulos y las frases que plagan el libro de palabras sobre las que reflexionar, como “Demostrar emociones que no sientes es algo rentable en este mundo”. Este aún no he podido releerlo, pero no tardaré mucho en hacerlo.

Por cierto, las bandas sonoras vinieron de la mano de Ronan Keating y Coldplay, respectivamente.

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