The Walking Dead

Lo reconozco: nunca me han llamado especialmente la atención los zombis. Nunca he sido una fanática de las películas del género, ni me he quedado hipnotizada con el videoclip de Thriller de Michael Jackson. Así que cuando oí por primera vez sobre esta serie, no me llamó mucho la atención a pesar de que decían que era buena. En ese momento no sabía si las opiniones escuchadas estaban condicionadas por venir de personas relacionadas con la cadena que la emite o si en verdad la serie era tan buena. Así que confieso que si me quedé con su nombre fue por el protagonista; y es que el-chico-de-los-carteles-de-Love-Actually (o lo que es lo mismo, Andrew Lincoln), como ya sabéis, me marcó mucho, y volver a verle fue especialmente grato. El caso es que el hecho de recibir más opiniones positivas (esta vez de gente ajena a LaSexta) hizo que la curiosidad aumentara en mí y me decidiera a querer verla.

Y el resultado… Sí, la serie es buena. Mucho. Y la primera temporada se hace cortísima. Y es que 6 capítulos dan para que se nos quede el gusanillo en el cuerpo y queramos resolver todas las dudas que se han quedado pendientes. Porque… ¿qué ha pasado con Merle, que se supone que está por ahí vagando con una mano menos que él mismo se ha cortado? ¿Dónde se han metido Morgan y su hijo? Porque como les haya dado por ir a la ciudad, como tenían pensado, no saben dónde se han metido… ¿Qué pasará con Jim, que se ha quedado mordido, delirando, debajo de un árbol? ¿Cuántos descubrimientos se habrán destruido con la explosión en el Centro de Control y Prevención de Enfermedades?

Pero sobre todo… ¿¿¿por qué narices hay una epidemia zombi???

Las respuestas… se supone que próximamente. Y esta vez, con más capítulos.